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La prueba del maestro

Actualizado: 16 nov 2023


monje

–Soy pobre y débil..., dijo un día un maestro a sus discípulos, pero ustedes son jóvenes, y yo les enseño. Es su deber, por lo tanto, conseguir el dinero que su maestro necesita para vivir.

–¿Cómo podemos hacer eso? preguntaron los discípulos. Las personas de esta ciudad son tan poco generosas que sería inútil pedirles ayuda.

–Hijos míos– dijo el maestro, existe un modo de conseguir dinero, no pidiéndolo, sino tomándolo. No sería pecado para nosotros robar, pues merecemos más que otros el dinero. Pero, ¡ay!, yo soy demasiado viejo y débil para hacerlo.

–No hay nada que no hiciéramos por ti, querido maestro. Dinos cómo hacerlo y nosotros obedeceremos.

–Ustedes son jóvenes– dijo el maestro, y es poca cosa para ustedes apoderarse de la bolsa de algún hombre rico. Así es como deben hacerlo: elijan algún lugar tranquilo donde nadie los vea, y luego tomen a un transeúnte y tomen su dinero, pero no lo lastimen.

–Vamos inmediatamente, dijeron los discípulos, excepto uno, que había callado, con la mirada baja.

–El maestro miró a ese joven discípulo y dijo: mis otros discípulos son valientes y están deseosos de ayudarme, pero a ti poco te preocupa el sufrimiento de tu maestro.

–Perdóname maestro, contestó, pero el plan que nos has explicado me parece irrealizable; éste es el motivo de mi silencio.

–¿Por qué es irrealizable?, preguntó el maestro.

–Porque no existe lugar alguno en el que no haya nadie que nos vea– contestó el discípulo; incluso cuando estoy solo mi YO me observa. Antes tomaría una escudilla e iría a mendigar que permitir que mi YO me vea robar.

A estas palabras, el rostro del maestro se iluminó de gozo.

Estrechó al joven discípulo entre sus brazos y le dijo:

–¡Me doy por dichoso si uno solo de mis discípulos ha comprendido mis palabras!.

Sus otros discípulos, viendo que su maestro había querido ponerlos a prueba, bajaron la cabeza avergonzados.

Y desde aquel día, siempre que un pensamiento indigno les venía a la mente, recordaban las palabras de su compañero:

"Mi YO me ve"

Y así se convirtieron en grandes hombres, y todos ellos vivieron felices por siempre jamás.


-Cuentos populares



Liliana franco

Quiero platicar® Coaching



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